Rosario es una ciudad que no tiene fecha de fundación y que se fue desarrollando a partir del agrupamiento progresivo de caseríos. Pero aun en esos difusos orígenes encontramos, ya en 1801, un primer poema, “Décimas”, de Pedro Tuella. Y luego poetas como Fausto Hernández, Felipe Aldana, Facundo Marull, aquellos agrupados en torno a revistas como El Lagrimal Trifurca, La Cachimba, y tantos otros, han ido conformando con una intensa producción el corpus poético de una ciudad de pampa, río, puerto, inmigración, comercio, mafia (célebre durante la década del 30 y tristemente reciclada en la actualidad). Una ciudad de contrastes, de rock y de tango. En ese ámbito, y dentro de la variedad de voces, una pequeña muestra de cinco poetas, generacionalmente próximos entre sí, que perciben cada uno de una manera particular esa urbe en el complejo entramado que da lugar a sus textos. Estos poetas creen que hay sitios con resonancia provocando estas horas: las avenidas mojadas, o bien que, bajo los parques y sus singulares artificios, un pájaro quieto bajo la lluvia ofrenda costados de lunas. Y será posible entonces lo que dice una de ellos: también nosotros construimos el paisaje.