Corrían los primeros meses del año 2001 cuando profusamente a través de diversos medios (diarios, revistas) el gobierno nacional y sus ministerios difundían una cuantiosa publicidad induciendo a las familias y personas comunes “ahorrar en la Argentina”. Recuerdo perfectamente a los funcionarios del Ministerio de Economía, entre otros a Miguel Kigel, publicitando y alentando a las familias a invertir en los bonos que ofrecía el estado. Esta sería una manera de colaborar con la recuperación del país. A partir de esta campaña y de los folletos explicativos que se titulaban “Ahorrar”, muchos confiamos nuestros ahorros familiares de esta manera creyendo en las argumentaciones de los representantes de nuestro gobierno. Cientos de personas colocaron el producto de su trabajo, de sus esfuerzos en estos bonos en pequeñas y medianas cantidades que en los casos de los que hablo, van de los mil hasta los cincuenta mil dólares o pesos convertibles de aquellos momentos. Estos ahorristas, que son familias, ciudadanos comunes y no buitres ni grandes especuladores internacionales creyeron invertir en consonancia con los intereses de la Argentina y se ven ahora claramente discriminados ya que no se les abona absolutamente nada, ni siquiera lo que si se les abonó a quienes ahorraron en plazos fijos en los bancos cuando en realidad lo que hicieron fue creer en la idea de “ahorrar en el país”.
Durante mas de un año se entregaron folletos y publicaron páginas en Internet donde se mencionaba que esta era una inversión ideal para las familias argentinas, cien por ciento seguras y sencillas. Es de urgente justicia aplicar una medida de reparación y reintegro a todos quienes confiamos.
Esa sería también una manera de recuperara la confianza hacia el futuro, “Argentina, un país en serio”, es el lema de la actual administración y no hace falta ser economista para saber que nunca habrá un país en serio si no se respeta la palabra empeñada, si no se promueve el ahorro y por ende el crédito para apoyar la actividad productiva.